El ambiente es magnífico, refinado y encantador, con un interior que parece un lujoso salón francés. La atención al detalle, desde la decoración en colores pastel hasta la exquisita mesa, es realmente impresionante. Es un lugar donde puedes tomarte un momento para apreciar las cosas buenas de la vida.
Los macarons aquí son nada menos que la perfección. Estas delicias delicadas vienen en una gran variedad de sabores, cada uno más delicioso que el anterior. La textura es celestial, con una cáscara crujiente que da paso a un centro suave y sabroso. Puede saborear la artesanía en cada bocado y son el regalo perfecto o un capricho personal.
La selección de té es amplia y el servicio de té es impecable. Es el lugar ideal para tomar un té por la tarde con amigos o con alguien especial. El personal está bien informado, es amable y atento, lo que contribuye a una experiencia encantadora en general.
Además de los macarons, esta pastelería ofrece hermosas exhibiciones de dulces y regalos. Ya sea que esté saboreando un macarrón, disfrutando de una taza de té o simplemente observando sus hermosas exhibiciones, es un deleite sensorial.
El espresso era cremoso y sabroso, los macarons sabían exactamente a París. Los precios de las bebidas fueron mejores de lo que esperaba y los postres estaban realmente deliciosos. Es una verdadera joya en el corazón de la ciudad de Nueva York.